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NO ME LLAMES EXTRANJERO

sábado, 11 de diciembre de 2010

El 10 de diciembre del 2010, en Argentina, se "celebró" el Día de los Derechos Humanos con la muerte de otro muchacho más de nacionalidad boliviana, un joven de 19 años, rematado con un tiro en la cabeza luego de ser sacado a la fuerza de la ambulancia el cual lo llevaba al hospital más cercano por las heridas graves que tenía.

El muchacho, de origen muy humilde, como casi todos los inmigrantes latinoamericanos que vienen a vivir a la Argentina, salió de su cuartito alquilado con todas sus pertenencias junto a un grupo de personas a tomar un parque en Capital Federal, con la esperanza de obtener un pedacito de tierra al cual llamarle su hogar. Estas personas, los llamados okupas, formado por hombres, mujeres y niños de diversas edades, la mayoría familias bolivianas, viviendo en villas miseria en cuartitos de tres por tres y trabajando como esclavos, fueron impedidos de crear sus chozas y en muchos casos incendiaron las carpitas hechas con sábanas, por grupos autodenominados vecinos del parque quienes no tuvieron mejor idea que sacarlos a golpes y a balazos del lugar. A consecuencia de ello murieron hasta el momento cuatro personas, tres de ellos bolivianos y una paraguaya, y también hubo decenas de heridos.


"No queremos una villa miseria (barrio pobre) en el parque" gritaban algunos hombres, "Vuelvan a su país negros de mierda, que aquí no hay trabajo para ustedes", otros decían. En un canal de noticias declaraba la viuda de uno de los primeros asesinados: "Los de la metropolitana lo mataron", refiriéndose a la policial federal que también se encontraba allí y que dispararon al corazón de su esposo, mientras un hombre argentino le gritaba a la prensa: “Esta gente que llora y se hace la humilde tiene camioneta 0 KM y talleres clandestinos”, otro de los vecinos le gritaba a la mujer en llanto y con su beba en manos: "Váyanse bien al sur, hay que llevarlos al Calafate (donde Cristina Fernández, presidenta de Argentina, tiene una propiedad). ¿Si voy a Bolivia y tomo una plaza, crees que me dejen? Me dan una patada en el orto". Muchos insultos xenófobos y racistas se oyeron ese día hacía los bolivianos, paraguayos, peruanos y chilenos, sin embargo, varios ya estábamos acostumbrados a ello.


No intento justificar en ningún momento la ilegalidad de la toma de un espacio público, que de hecho lo fue y por tanto se deberían tomar las medidas correspondientes para evitarlo. Pero este no es un problema policial, no estamos hablando de delincuentes que entran a robar a la casa de alguien, ni siquiera de gente vaga, todos son albañiles o barredores de las calles, o pintores o mucamas, personas que desde una posición humilde han ayudado al crecimiento del país. No es un problema policial sino social y por lo tanto la única verdadera solución tendría que venir por lo político.


Pero fuera de toda discusión de política inmigratoria, de indocumentados y de transgresiones a las leyes de buena convivencia, lo que aquí ocurrió fue la explosión de esa masa xenofóbica y racista que existe desde muchos años atrás, que antes se limitaba a estereotipar, a insultar en las calles y a matar un par de "negros de mierda" al año, pero ahora se ha evidenciado de manera contundente y ha mostrado su institucionalidad. La explosión ocurre en las calles, en los foros de la web, y hasta en declaraciones del mismo Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde incita a la violencia contra los extranjeros.


Si nos fijamos en las últimas noticias estadounidenses, europeos y de otros países latinoamericanos, nos damos que lo que está pasando en la Argentina no es un hecho apartado de la tendencia mundial creciente de creer que las crisis son causadas por los que vienen de afuera.


Se ha dicho que los inmigrantes quitan trabajo a los que nacieron dentro, que la mayoría son indocumentados y no tienen la intención de dejar de serlo, que la gran mayoría son ladrones, narcotraficantes, drogadictos o gente ociosa que viven como parásitos recibiendo los subsidios que el país otorga. Que mientras más oscura sea nuestra piel más inferiores somos, que el "indio" y el negro se reproduce como conejos y que llenamos de basura las calles. Aumenta el odio, el egoísmo y el miedo. Reaparecen los discursos nacionalistas donde el compatriota es primero, los extranjeros después, o nunca; reaparece la exigencia de mano dura contra los extranjeros. ¡¡¡BASTA YA!!!


Las personas pueden ser pobres aún viviendo en Nueva York o en Lima, existe inimaginable cantidad de hombres que mueren en las calles o enfermos en un hospital por su estado decadente social y económico, gente que nunca tuvo una oportunidad. La pobreza no distingue razas o nacionalidades, casi la totalidad de la población mundial necesita más recursos que lo que puede disponer. La lucha entre las naciones sea el motivo que fuere es la lucha de pobres contra pobres. El trabajador es explotado en cualquier parte de mundo, sea mayor o menor la plusvalía, todos somos una única clase. El obrero boliviano y el argentino, el peruano y el chileno, el ruso y el estadounidense, todos somos de la misma clase, tenemos las mismas carencias, el mismo cansancio y también los mismos deseos de superación. Antes de pensar en el bienestar nacional, uno debe pensar en el bienestar de clase, es decir aunar los intereses, porque creo que uno tiene mayor afinidad y empatía con aquel que la lucha de igual manera para sacar adelante a su familia que aquel otro que siendo compatriota suyo se dedique o robar recursos naturales y humanos para aumentar su riqueza. Como dice un tema de Cortez y Cabral:


"En el fondo de los tiempo, cuando no existían fronteras,

antes que vinieran ellos,
los que dividen y matan,
los que roban, los que mienten,
los que roban nuestros sueños, ellos son
los que inventaron esa palabra, extranjero".

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